25/7/08

El afiche oficial

Si un barquito de papel está por naufragar...

El preámbulo



Al solitario George

Tocamos el año pasado en el festival Rock al Parque, de Bogotá, y las críticas posteriores nos ubicaron entre las cinco bandas más destacadas de la edición. Vuelvo a este tan sonado suceso no intentando provocarnos un chapuzón de vanidad, sino porque hasta allá se remonta el origen de la gira que está a punto de hacerse realidad.
Paolo Moncagatta, bajista y uno de los fundadores de la banda, se había casado hacía poco de eso y se había mudado a Barcelona para estudiar una maestría en Ciencia Política. Con esa decisión, el futuro de la banda se volvió incierto y más se acercaba a lo que eufemísiticamente, como para provocarnos consuelo, denominamos puertas adentro un stand by indeterminado. Pero ciertamente el éxito en Bogotá fue tal que nos puso a pensar sobre la drástica decisión de poner a descansar a la banda, y entre esas y aquellas que fueron dulces y amargas a niveles semejantes, resolvimos mantenerla viva, pero enfocarnos en movernos el piso nosotros mismos y trascender lo que veníamos haciendo desde hacía nueve años, es decir, en buscar tocadas afuera porque andábamos con el penacho de pavo reales levantado sosteniendo el resultado que habíamos logrado en la vecindad del norte. Que dicho sea de paso, no es cualquier vaina.

Es así que el compañero José Fabara, un ecólogo con maestría gringa, pero disidente de la teorización y más asiduo al trabajo activista y, por lo tanto, con tiempo disponible para otorgárselo a lo que realmente le apasiona (en este caso la música) hasta que algo VERDADERAMENTE interesante relacionado con su formación se le cruce en el camino, empezó a hurgar en la internet para ver cómo mismo será que se logran contactos al otro lado del globo con gente potencialmente interesada en que una banda ecuatoriana participe en los conciertos que organizan. Si algún panorama claro (aunque más cercano a la ilusión) teníamos respecto a esto de virar la esquina, era el de atacar hacia el continente antiguo porque por ahí dizque la gente es más abierta al intercambio cultural, existen más facilidades de movilización entre países como para pensar en hacer varias tocadas, porque se piensa que en sempiterna moda permanece “lo latino” y porque de plano con Babilón guardamos algunas diferencias que nos hicieron desplazarlo de la primera opción (claro que ante cualquier invitación bienintencionada con viáticos y visas aseguradas de por medio accederíamos con todo gusto).

Entonces, a inicios de año, Fabara (de aquí en más Carne Seca o El otro único hombre que cuando camina de frente parece que caminara de lado, pero como éste último es muy largo, se quedará con el primer alias) inició la inagotable navegación en la red y de a poco fue dando con algunos festivales que andaban conformando sus carteles para este verano. A la par, Cedric, un francés entusiasta que había venido a dar a Ecuador por su inquebrantable amor por Latinoamérica, y que hasta hoy mantiene un sello independiente con el que realiza periódicas compilaciones de lo que en su país definen como rock mestizo, al enterarse de que andábamos en estos planes nos ofreció contactarnos con su socio musical para que éste, desde Francia, se encargara de conseguirnos toquines y se convirtiera en una especie de booking agent para tal propósito. O sea, nos encontraría conciertos pagados y cobraría su cuota por la gestión. Benoit, así se llama el colega que se convirtió en nuestro agente, a través de Splash Industry, la microempresa de gestión cultural que representa, se encargó de ubicarnos en los festivales franceses a los que asistiremos, con lo que la parcela en ese país fue ocupada con relativa agilidad.

Por su lado, Paolo hizo movidas semejantes en Barcelona y así conseguimos las tres presentaciones pactadas para esa ciudad, entre ellas dos particularmente atractivas. Se trata del Buskers Festival, un evento que para reforzar su espíritu callejero se abstiene de proveer energía eléctrica, por lo que todas las bandas deben presentar conciertos de los propiamente llamados unplugged, pero como para nuestro caso es imposible no tener al menos un par de conexiones para el bajo, la guitarra, el teclado, las voces y algo de percusión, se supone que vamos a alquilar un generador de corriente y con eso quebrantar el espíritu juglar del Buskers. O sea, entrando y mamando con las disposiciones, pero es que si no lo hacemos así no sonaremos a nada. El cowboy por más humilde que es no camina desenchufado.

El resto de tocadas fueron fruto de horas eternas de conexión y de insistentes y hasta atosigantes secuencias de correos electrónicos que Carne Seca envió a quienes hoy nos incluyen en sus programas. En definitiva, una labor titánica de autogestión que de a poco fue arrojando resultados, tan disímiles entre ellos pero tan igualmente gratificantes. Por eso a la Carne se le debe un agradecimiento especial que hoy hago público. Debido a la gestión directa de él, de Paolo y de Benoit, el francés simpático, es que hoy contamos con un itinerario que incluye 16 fechas en 14 ciudades y cinco países. Carteles y escenarios eclécticos que nos permitirán compartir tarima con leyendas como The Skatalites, Ernest Ranglin y Mad Profesor; con músicos del calibre del Sargento García, Tiken Jah Fakoly y Sierra Maestra, y personajes de la rumba y la huevadilla gozadora como Chichi Peralta y Wisin y Yandel, ¡yeah, presea mami, presea!

En 35 días tendremos 16 tocadas y tal vez un par más que están por confirmarse, porque eso también pasa, las cosas asoman sobre la marcha, marcha que la haremos motorizados, manejando nosotros mismos dos carros con nuestras relucientes licencias recientemente renovadas –en la banda existe un sobresaliente promedio de 18 sobre 20 en el tan simpático examen de (des) conocimiento sobre las leyes de tránsito. Por ejemplo, no sabíamos que no le pueden tomar preso a uno por insultarle a un policía, y menos que la ley aconseja que para evitar la fatiga en los viajes largos se debe descansar cada 200 kilómetros o cada dos horas-. Veamos si esto es posible por allá, ya que habrá periplos en los que, terminado el concierto, deberemos salir fast and furious a otro país para una tocada al día siguiente. Eso significa miles de kilómetros y horas largas de andar prendido del volante en esas autopistas de asfalto reluciente, pero lo llevaremos bien, pues para la gestión de la conducción se han apuntado tres choferes por carro, entre ellos este servidor que asegura prudencia y buena música de acompañamiento, porque el que maneja pone la música, me parece justo. Y, por cierto, al parecer contaremos con la ayuda de un moderno GPS para evitar perdernos en cualquier campiña normanda y, sobre todo, para evitarnos el que nos digan sí, aquisito nomás es, pero en un francés campechano indescifrable. Solamente nos queda esperar que no se nos cruce en el camino ningún kamikaze motorizado de esos que dizque andan de moda por allá, de los que cuando quieren despedirse del planeta toman la autopista en la noche, ponen a andar su auto sin luces y se estampan contra el primer conductor que viene en sentido contrario tranquilito escuchando buena música.

Y así, pues, la cosa es que esta noche nos embarcamos y que estamos muy contentos por eso. Nos da gusto habernos demostrado que con precisa organización –lo que incluye, evidentemente, el autofinanciamiento, porque en esto nadie más que nosotros mismos ha puesto un solo centavo- pudimos concretar lo que, aunque suene cursi y ante la falta de otra expresión menos sensible para expresar el sentimiento hay que decirlo así, es el anhelo de quien algún rato se mete a lidiar en serio con esto de la música. Por lo demás, esperamos, y de todo corazón, que esta experiencia sirva para abrir las puertas a los colegas que con esfuerzo y talento a niveles semejantes, o sea, elevados, se la rompen para que la música en el Ecuador alcance niveles de excelencia y pronto se la pueda escuchar por donde haya oídos.

Aquí estamos, con las maletas armadas, a punto de subirnos al avión y gustosos de asimilar que, así como el solitario George lo logró luego de varias décadas, nosotros también lo logramos al cabo de una.


¡Alza la pata, curiquingue; alza la pata, curiquingue!


Reportó para ustedes, todavía desde Quito, Z. Rosero.