30/7/08

Reagrupación familiar



Como sucede en las grandes y pequeñas familias alguna vez desintegradas, esta vez llegamos, cargados de maletas y osos de peluche, al Prat de Llobregat y ahí nos esperaban Paolo y sus esposa (además de algunos otros amigos y familiares), con globos, serpentinas y un medio furgón.



Por supuesto que fue emocionante, tanto que lo primero que le dijimos fue: - Paolo, ¿cuánto tiempo más es que te quedas? - (para tener como pretexto venir cada año, pues).



En serio que había alquilado un medio furgón, el pequeño de los dos, no el del GPS, el otro. Cargamos las maletas ahí y al maleta del Shadow, que tenía los piecitos hinchados, y el resto nos fuimos en metro, procurando el ejercicio etnográfico del recién llegado.

Nos instalamos repartidos entre la casa de mi prima MariJo (que vive con su yunta española Joaquín, con Leao, el de los dos cromosomas brasileños, y Kariane, la suizaecuatoriana simpatizante de la Ecuarunari).

Luego de la diligente repartición del espacio en los pisos de los amigos, y habiendo logrado mágicamente evitar la tendida de una cama caliente, nos dirigimos hacia la Barceloneta, al borde del mar, y ahí empezó a complicarse la existencia. Digo porque las chicas son nadaquehacer cosa seria. Y porque andamos en plena juventud receptiva a los estímulos de la naturaleza. Y porque hay demasiadas. Y porque no se puede. Cada uno, cada uno.

Amanecimos en la playa, se acabó la primera de vodka de las que compramos en el Duty Free de Guayaquil. Es que la emoción…

Buen clima en la madrugada, pero entrada la mañana el asunto ya empieza a ponerse cargoso, al menos para uno, que es bien serrano. Enseguida un descanso necesario y más tarde de vuelta a la playa de La Barceloneta para ver las cosas a color, y claro que molan más, ¿sabes?, como dice El Wantán, papá skater de los que ruedan en el MACBA, quiteño de cepa e italiano de chiripa.

Y así el día, entre el Barrio Gótico, las Ramblas, una picada en El Rabal y 10 mil tacos de ojo al personal gabacho que abunda en el centro. ¡Son tantos y tan parecidos! Y la tanda de sánduches y shawarmas que llegó para malnutrir nuestra salud, porque es lo más barato, ahí donde los árabes, empresarios del pequeño comercio de alimentos, bebidas, abarrotes, locutorios telefónicos, gafas, accesorios y ropa chimba. Sudadotes ahí sirviendo carne de ternera asada en pan pita con un monte de vegetales, salsa de yogur con especias y otra picantona, pero ligera. Sabroso.

Al fin, jornada de ubicación, paseo y shock, en especial el que tuvo The Shadow, cuando al ver el Palau de la Música Catalana dijo querer una casa así para asomarse al balcón y saludar a la gente haciendo girar su manito 90 grados, izquierda derecha, izquierda derecha, con la palma extendida hacia el cielo y la sonrisa a medio gas.


El Palau de la Música Catalana

2. Han sido días de ensayo para todos, menos para mí porque, como presentía, se hizo difícil conseguir percusiones prestadas, y alquilarlas costaba una fortuna. Aproveché, entonces, para hacer relaciones públicas, o sea, pegar afiches, repartir flyers y atender una entrevista en Radio Prestige, emisora local dirigida a ¡toda esa linda comunidad latina!



La Carne Seca también anduvo de barajo porque cayó enfermo, y eso que ni siquiera hemos tocado el primer concierto. Pobre. Es que anda tan mal alimentado… y la solitaria que lo habita ha usufructuado de su flora intestinal ya con descaro. Pero ahí anda, tomando cucharadas de propóleo, aunque todavía delirando en fiebre. Anoche soñó que volvía Bucaram.

Cierto, El Pequeño Hugo también anduvo con nosotros, echando ojo ´e chícharo a la vanguardia arquitectónica de esta ciudad (¿alguien sabe qué es chícharo?), y contrariado por el trabajo que aún tiene que entregar para una clase de su universidad. Ahí está, por dejar todo para el último, le dijo su mamá.



Llegaron El Mono y el Galo -los que faltaban- trayendo todo el vigor de su adultez temprana. Tras el madrugón por su bienvenida (de rigor), salió la segunda comitiva para seguir pegando afiches e intentar romper el récord de caminata diaria que habíamos alcanzado con La Carne y El Pequeño Hugo el día anterior, pero no lo lograron, les dimos veintisiete vueltas, nosotros empezamos a las dos de la tarde y a las dos de la mañana estábamos en un pueblo llamado Parets del Vallés, a 40 minutos de Barcelona, tratando de compenetrarnos en sus fiestas anuales, pero lejos quedamos. Se debió a la fatiga en medio de este calentamiento glonal (global-hormonal), claro, pero también a que aquí, en los pueblos, ha sabido armarse el jolgorio con bandas vejantonas que interpretan cadenas de popurrís armados con los hits más berreados del Siglo XX. De Julio Iglesias a Guns n´Roses. Y como que ese no es el concepto que nosotros tenemos de una banda de pueblo, al menos no para ese momento de la madrugada, después de haber caminado en un día lo que en Quito no habíamos caminado durante lo que va del año.



Hoy andamos relajados. Almorzamos bien -al fin-, en la Universidad Pompeu Fabra, donde estudia el Paolo. Precio de estudiante europeo: 6, 45 euros la comida completa.
Es miércoles entrando en la noche y se supone que no se lo debe desaprovechar, pero aquí andan La Carne, dormido al frente mío, y El Pollo, a su lado en un colchón sobre el piso, perdido en el vértice superior derecho de la puerta de entrada al cuarto, con sus ojos saltones, como dos huevos fritos, entre irritados y adormecidos. Estamos los tres con los camaradas que nos hospedan, en pleno centro de Barcelona, en la zona de La Sagrada Familia, donde empieza una trepadita hacia el norte, pero lamentablemente ninguna ventana del departamento tiene una vista espectacular.

Mañana tocaremos el primer concierto de la gira.

29/7/08

Llegamos


Las cosas empezaron a pintar bien cuando el agente de Air Comet, tan simpático él, nos anunció que había reservado asientos en Primera Clase para toditos nosotros seis. ¡Brutal!, el viaje de 13 horas hasta Madrid sería placentero dentro de las posibilidades que brinda una aerolínea de medio pelo como esa (aunque hay que reconocer que su tropa de aeromozas califica para primera clase por sí misma), y a pesar de que hasta ahora no sabemos el porqué de esa deferencia, en agradecimiento al gentil joven le regalamos un disco de la banda, mismo que en sus manos seguramente no pasará de la segunda canción, que por cierto es una cumbia, por lo que hay altas probabilidades de que le guste.

Pasamos las aduanas de Madrid sin ningún problema, de hecho, el efectivo de migración hasta nos deseó suerte y, cuando miró la camiseta de la gira que lucía Michael Sevilla (a.k.a William Isaías), soltó la media sonrisa condescendiente de quien quisiera decir, y lo piensa, discúlpalos señor, no saben lo que hacen.

El momento engorroso se dio al pasar de terminal para tomar la conexión hacia Barcelona. Una pareja de guardias hostiles, los de los filtros de seguridad, nos hacen abrir las maletas y sacar los artefactos electrónicos de sus estuches, en eso…

- Chuta, tanta huevada que tengo aquí – que dice la Carne Seca en voz alta.
- ¡Estas no son ningunas huevadas, son normas aeroportuarias! – que dice la señora vigilante.
- No, nos referimos a todas las cosas que tenemos aquí, así decimos nosotros a… - que intercede Iván Mendieta (de aquí en adelante The Shadow) para calmar las aguas.
- Parece que no han entendido el castellano, les dijimos que… – que instiga, esta vez, el otro agente en plan ofensivo.
- No, sí entendemos – que replica la Carne.
- Pues parece que no porque andáis todo ahí quedados – que increpa la señora ya subida de todo.
- Le decimos que así decimos nosotros a cualquier cosa, no es un insulto – que insiste The Shadow.
- Y yo te digo que son las normas aeroportuarias – que sigue la dama.
- ¿Perdón? – que pregunta La Carne ya desubicado.
- Joé, que no entienden na´a, que os he dicho que… - que quiere rematar el caballero
- Señores, ¿por qué no se callan? – que remata El Pollo, tan discreto, conciliador y altivo.


Reportando desde Barcelona, Z. Rosero.

El porqué


(William Isaías -el tercero desde la izquierda-, a sus sanos 24 en la Barceloneta, Barcelona, España, 1965)

(William Isaías, el primer ecuatoriano en modelar para las exclusivas camisas para varón, Él)