
En Pau (Pó) estaba Benoit, el agente francés que nos había conseguido las tocadas en su país y con quien tuvimos un altercado a la distancia porque varios de los términos de la organización no habían quedado claros. Hasta llegar a esta ciudad del sur francés no lo habíamos conocido porque en el concierto previo que él nos organizó, en Olargues, no estuvo presente, de modo que, a pesar de que las rencillas se habían limado también a la distancia cuando el toque de Olargues terminó siendo un éxito y él se encargó de resolver los problemas de logística que aparecieron en el camino, todavía faltaba eso de topárselo de frente, en persona, y tener que tragarnos todas las blasfemias que lanzamos en su nombre ante su buen comportamiento, o tener que ya de plano soltárselas en la cara. Pero fue lo primero, porque tras esa pinta de tatuador excéntrico y hardcorero andaba un afelpado padre de familia que a punto estaba de ver nacer a su segundo hijo. Y con eso en la cabeza poco tiempo y ganas tenía para andar pensando siquiera en complicarse la vida con 10 mozuelos latinos. Así que con su experiencia siendo agente de Karamelo Santo, Panteón Rococó y Desorden Público, tuvo todo perfectamente listo para nuestra estadía en esa linda ciudad. Ahora, cuando salta la contestadora en el teléfono de Benoit, se presenta como booking agent de las bandas mencionadas y de la nuestra, así nomás, el atrevido.
Pau queda en la zona conocida como la Occitania, una región que corresponde en su mayor extensión al Mediodía francés (Midi), si bien comprende también el Valle de Arán en Cataluña (España) y algunos valles alpinos llamados Valles Occitanos del Piamonte (Italia). Ahí se habla el occitano, una lengua que está compuesta a grandes rasgos por tres grupos dialectales: gascón, occitano meridional : languedociano y provenzal, y nord-occitano : limosín, auvernense, vivaroalpino (Wikipedia dixit). Lo que sea, la cosa es que hablado suena a una mezcla relativamente fácil de distinguir entre el francés y el español. Como todo ahí, porque lo rico es el sincretismo cultural palpable a todas luces, en el vestido (se usa boina y pañuelo al cuello como en el País Vasco y saquitos a rayas como en la Bretagna francesa), en la alimentación (se come paella), y en las más expresivas y populares manifestaciones culturales, como en la música y el baile: acordeones, flautas, guitarras, mandolinas; coreografías circulares de un baile zapateado y otras que juntan a parejas de todas las edades en un vaivén bien definido de pasitos simpáticos.









Las puertas quedaron abiertas para un regreso próximo y un reencuentro con esas almas y esas canchas que se quedaron con un poco de nosotros, y que nos permitieron guardar las tomas instantáneas de sus sonrisas. Ojalá se nos de, para el bien de todos, para el disfrute pleno de una vida que nos esforzamos por vivirla así.
Hasta pronto. Y gracias por venir.